La neurociencia detrás de la meditación Metta Bhavana

La meditación Metta es una práctica meditativa budista basada en el amor incondicional y desinteresado. En ella, enviamos buenos sentimientos y felicidad a nosotros mismos, a personas queridas, a personas que nos resultan indiferentes, a personas que nos generan rechazo y a todos los seres sintientes del planeta.

Definitivamente, la meditación Metta cultiva el sentimiento de compasión, entendida no desde nuestra perspectiva occidental de “pena” sino como un deseo profundo de felicidad y liberación del sufrimiento del otro y de nosotros mismos. En este último caso, supone un gran trabajo de autoconciencia y autoaceptación, que probablemente entra en contraposición con la tendencia generalizada a la autocrítica y a las dificultades que, como seres humanos, tenemos para aceptar los fracasos y errores como algo inherente a la propia existencia.

La neurociencia ha estudiado la meditación Metta basándose y haciendo un paralelismo con el famoso sentimiento de empatía. Según las investigaciones, podríamos hablar de tres tipos de empatía: la cognitiva, que nos conecta con lo que el otro piensa; la emocional, que nos permite entender lo que siente el otro; y la preocupación o cuidado empático, el concepto más cercano a la compasión que antes hemos nombrado.

Por regla general, la empatía consiste en sentir en nosotros mismos lo que siente el otro, lo cual nos puede generar sentimientos de rechazo. Muchas veces, y a modo mecanismo de defensa, si lo que siento me genera malestar, lo evito. Y, precisamente, la compasión no va de evitar, sino de afrontar. Se han hecho estudios en los que se enseñó la meditación del amor incondicional a un grupo de personas, habiendo una fase inicial de práctica en laboratorio y una fase posterior de autopráctica personal en la vida diaria. ¿Qué resultados se encontraron? En el grupo control (es decir, grupo de personas a las que no se les enseña la práctica de meditación Metta) cuando se mostraban vídeos o fotografías de personas sufriendo, se activaban circuitos cerebrales localizados en una parte de cerebro, la ínsula, que se activa también cuando nosotros mismos estamos padeciendo un sufrimiento o dolor. Sin embargo, los participantes en el proyecto de aprendizaje de la meditación activaban circuitos cerebrales diferentes; los mismos que se estimulan cuando sentimos amor y que implican cambios en la actividad de la amígdala, uno de los centros emocionales de nuestro cerebro. Comprobaron, además, que practicando la meditación de la compasión y bondad amorosa, se activan también circuitos asociados a la atención y a la predisposición a la acción, algo totalmente opuesto al rechazo o bloqueo que nos pueden generar sentimientos puros de empatía.

Todos los resultados anteriores se produjeron con, solamente, 7 minutos de práctica diaria de forma constante. Tenlo en cuenta. Con sólo unos pocos minutos de meditación al día puedes abrir en tu cerebro la puerta a la felicidad, la alegría, la bondad e, incluso, a una mayor capacidad de recuperación en procesos de estrés.

Te deseamos “que puedas tú ser feliz, que puedas tú estar en paz, que puedas tú estar a salvo y que puedas tú estar libre de sufrimiento”

Hari Om.

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